martes, 11 de mayo de 2010

Una moderna caza de brujas

En esta atmósfera de sospecha no todas las víctimas eran inocentes. Con la indagación tenaz de un miembro del Comité, Richard Nixon, futuro presidente, se descubrió que un antiguo alto cargo del Departamento de Estado, Alfred Hiss, era un espía soviético. A su favor testificaron políticos destacados, entre ellos el Secretario de Estado Acheson, pero otros testimonios y algunas pruebas llevaron a su condenapor espionaje. El caso Hiss fue aprovechado por la derecha republicana para acusar a los demócratas de im­prudencia en la defensa de la seguridad nacional.


Más importante fue el proceso seguido contra los esposos Julius y Ethel Rosenberg (1950-1953), acusados de pasar secretos atómicos a Rusia. Detenidos por el FBI, fueron declarados culpables sin pruebas suficientes y condenados a muerte. A pesar de la campaña internacional en su favor fueron ejecutados en la silla eléctrica en la prisión de Sing Sing el 19 de junio de 1953. Muchos años después se ha sabido que, aunque efectivamente pertenecían al Partido Comunista, los secretos transmitidos no tenían la trascendencia que pretendió el hermano de Ethel, David Greenglass, quien denunció a su familia para conseguir un trato favorable en las acusaciones que pesaban sobre él. Y que en cualquier caso había sido una actuación de la esposa, pero probablemente sin participación de Julius Rosenberg.

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